Constantino I, que reunificó el gobierno del imperio Romano y trasladó la capital a Bizancio por su situación geográfica idonea. La reconstruyó bajo el nombre de Nueva Roma o Ciudad de Constantino, Constantinopla, en el siglo IV. Sustituyó al paganismo oficial por el cristianismo, aunque no se bautizó hasta en su lecho de muerte. Y no fundó ningún estado nuevo, lo que ahora se entiende como imperio Bizantino no es más que un mote que popularizaron los historiadores franceses del siglo XVIII para negar la romanidad del propio Imperio Romano una vez que se cristianizó y quedó reducido en el mapa a un ámbito más o menos griego, siendo un adversario para el papado y los reinos occidentales de Europa.
En los últimos tiempos se ha dado por llamar, en su fase de decadencia, al Imperio Romano Imperio Bizantino.
Roma, como estado, sobrevivió a la caída de Occidente. El Imperio Romano de Occidente no desapareció solamente por las invasiones barbaras, si no por la rebelión de sus tropas, compuestas por mercenarios germanos que deseaban establecerse dentro del imperio en independencia, ultimo paso de la decadencia social y económica que arrastraba desde el siglo II. El Imperio Romano de Oriente, más fuerte económicamente y libre de la influencia barbara supo evitar el desastre, en parte porque desvió a sus propios enemigos hacia Occidente.
Mapa del Imperio Romano en el cenit de su reconquistas, al finalizar el reinado de Justiniano en el siglo VI.
El centro político de todo el imperio hacia tiempo que no estaba en la misma Roma, ya ni siquiera era la capital de Occidente, pues esta era donde el emperador y los cesares emplazaban su corte (Rávena o Tréveris por ejemplo, en Occidente). Estaba en Constantinopla, la actual Estambúl y antigua Bizancio, una ciudad puesta entre Europa y Asia, nexo de diferentes rutas comerciales, y cercana a las inestables fronteras del Danubio y Persia, el talón de Aquiles militar del Imperio durante los siglos III y IV, lo que facilitaba el gobierno del Imperio al estar cerca de parte de sus mayores problemas. Además, su territorio incluía las regiones más ricas, cultas y cristianizadas. Así pues, aunque la mayor parte del Occidente romano desapareció, siguió existiendo un emperador y un estado que todavía podían considerarse así mismos romanos. Aún hoy en día, varias regiones de lo que ahora es Turquía tienen por nombre Roma o “país de los romanos” (Rum, Rumelia).
Ruinas del monasterio y basílica dedicados a San Simeón el Estilita. Santo sirio que vivió 37 años sobre una columna. El lugar se convirtió en un centro de peregrinación muy importante hasta su destrucción en el 985 , siendo quizás la iglesia más grande de su época. Hoy es una de las joyas arquitectónicas y destino turístico de Siria.Es cierto que con la conquista de Siria y el Norte de África por los musulmanes y el sur de Italia por los normandos, el abandono del latín como lengua oficial y el distanciamiento religioso que acabaría en total rivalidad con Roma entre los siglos VI y XI además de la expulsión o exterminio de los disidentes religiosos limitan el imperio a un contexto exclusivamente griego y ortodoxo pese a mantener una organización y algunas tradiciones que se remontan incluso a los tiempos de la República Romana.
El Imperio Romano de Oriente, Constantinopla, o el reino de los griegos, Bizancio para sus enemigos, se mantuvo como el país más moderno y mejor organizado de Europa hasta el siglo XII, al conservar un sistema administrativo apoyado por un funcionariado organizado y contar con un ejercito compuesto por tropas regulares profesionales y mercenarias, heredados de la Antigua Roma. Los nuevos estados musulmanes, invasores de las antiguas provincias imperiales, en buena parte no hicieron mas que renovar y asumir como propios la cultura y organización social que ya existía en la zona.
Muchas veces olvidamos que el sur de los Balcanes, todo el Oriente Medio y el Norte de África también fueron romanos y que mantuvieron y transmitieron la cultura clásica mas incluso que el Occidente, durante la Edad Media. Y que el Renacimiento arrancó con la influencia cultural bizantina sobre Italia, en el siglo de la caída de Constantinopla en manos turcas en el 1453.
¿Qué nos queda hoy como legado de esta civilización, tan exótica y a la vez cercana para nosotros?
En un sentido cultural tenemos en primer lugar a la Iglesia Ortodoxa, dominante en la mitad de los Balcanes y en casi todos los países del antiguo imperio zarista, que se proclamaba a sí misma la tercera Roma y estuvo gobernada incluso por una dinastía que se enlazaba con el ultimo emperador de Constantinopla. El conjunto de monasterios del Monte Atos en Grecia, algo así como el Vaticano griego enarbola la bandera Imperial en su muelle de acceso, la bandera del águila, empleada mas tarde por todos los imperios y dictaduras que han querido revivir los laureles romanos.
Básico para nuestra organización social es el Código de Justiniano, reforma del viejo derecho romano, base del derecho civil y del concepto de estado.
Justiniano I retratado en el famoso mosaico de Rávena. Su reinado marcó el resto de la historia del Imperio. Reformador político controvertido y constructor de grandes obras públicas y templos, considerado el último gran emperador romano clásico. Su obra no ha sido el único gran legado que nos han dejado, tanto la transmisión de la cultura clásica como el humanismo y las artes y técnicas "bizantinas" posteriores fueron la base del Renacimiento europeo.
Artísticamente, los monumentos y ruinas, mosaicos, frescos, esculturas e iconos religiosos esparcidos por todo su antiguo territorio, desde los mosaicos de la catedral de Rávena a la mezquita de la Piedra de Jerusalén, encargada a arquitectos y artistas bizantinos. La primera novela de caballerías: “Diogenes Akritas”, el uso del tenedor en Occidente, los hojaldres y el yogur. Y lo más importante, las olvidadas comunidades y centros cristianos coptos, sirios, griegos o armenios que sobreviven en Egipto y todo Oriente Medio, en Chipre, Turquía, Siria, Palestina y en Líbano, pasando por Iraq e Irán, hasta la India, o los albaneses y greco parlantes del sur de Italia.
Recordar el retorno romano al sur de Hispania y las Baleares por los generales de Justiniano. La leyenda del gobernador bizantino de Ceuta que abrió Hispania a los musulmanes por despecho, la rebelión de los mercenarios almogávares que arrasaron Grecia y fundaron allí su condado de Neopatria. Por otra parte, los últimos defensores de Constantinopla en caer fueron comerciantes del reino de Aragón.
Los caballos de bronce de la Basílica de San Marcos de Venecia decoraban originalmente el hipódromo de Constantinopla y aún antes otros monumentos griegos, remontándose quizás a los tiempos de Alejandro Magno. Saqueada la ciudad por los cruzados y venecianos en el 1204, fueron a su vez robadas de nuevo por Napoleón, devolviéndoselas a Venecia en 1815. Y en la cultura popular más actual, todavía nos referimos a las discusiones o razones sin sentido ni fin como bizantinas, pues siempre creímos y no sin razones que el viejo Imperio se perdió en absurdas guerras y ajustes de cuentas políticos o religiosos.
Pero también encontramos referencias en el cine o la literatura de cualquier género, desde la histórica El Conde Belisario de R. Graves, la mitológica El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien a las novelas de ciencia ficción como el ciclo de la Fundación de I. Asimov o Dune de F. Herbert, hasta la película de G. Lucas La Amenaza Fantasma.
Para conocer más sobre el tema, para aquel que lo desee, recomiendo la siguiente bibliografía, muy asequible en cualquier termino: “Desde el Monte Santo, viaje a la sombra de Bizancio” de William Darlymple. “Constantinopla” de Isaac Asimov. “Bizancio” de Ralph-Johanes Lilie.
"Historias de las guerras" "Sobre los edificios" e "Historia secreta" de Procopio de Cesarea. Y la colección Nueva Roma, del CSIC, ya para profundizar más y encontrar mejores bibliografías que esta.
Resumen de la historia de Constantinopla. La Puerta Áurea de las murallas de la ciudad.Originalmente un arco de triunfo que se recicló en entrada principal, por dónde pasaban los emperadores y los generales romanos para celebrar sus conquistas. Debe su nombre a que sus puertas estaban forradas en oro. Con el tiempo dejaron de usarse y fueron tapiadas sucesivamente. Su oro fue robado y las esculturas que la decoraban, destruidas por las guerras, los terremotos y el tiempo. Por suerte el legado de esta Nueva Roma ha sido cultural, trascendente por encima de cualquier poder político o religioso.
Como añadido final, un repaso a unos cuantos tópicos más desenmascarados. Poniéndome frívolo no puedo olvidar recordar la mala imagen que tenemos de estos romanos hoy en día. Ni mejores o peores que otras civilizaciones, más teniendo en cuenta como eran esos tiempos y siendo importantes por ser algo así como nuestros tíos abuelos culturales, siempre es divertido comparar la imagen popular que se nos da en los medios de ellos. Aquí van unos ejemplos, cortesía de la editorial de temas históricos militares Osprey:
Soldados romanos bajo el reinado de Justiniano. Con muy poco que ver con las legiones del alto imperio que han servido para representar el poder romano en cualquier época, por absurdo que sea. El equipo que portan demuestra las influencias godas y persas en el ejercito de ese momento. Destaca el jinete acorazado, un clibanario, precedente de la caballería pesada europea.
La guardia variega o los "Hodres del Emperador" aprovechando el tiempo fuera de servicio. Además de ser unos contumaces bebedores, eran la élite del ejercito y la guardia pretoriana durante siglos. Compuesta por escandinavos durante mucho tiempo, vemos un aspecto de como fueron los verdaderos vikingos, no solo ya sin los cascos con cuernos si no como un pueblo viajero, mercenario o comerciante que estuvo en contacto con otras culturas. El detalle de fondo también es interesante, pues practicamente Constantinopla fue la única gran ciudad medieval, todo lo demás eran villorrios o pequeñas ciudades hechas a su semejanza.
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